Gracias al `Shadowing Yo, jefa´ aprendí que mis límites están más lejos de lo que pensaba
Escrito por: Marina Obdulia Moreno
Recuerdo como si fuera ayer el momento en el que descubrí el Shadowing “Yo, jefa”. Lo encontré una noche, mientras no podía dormir, en un anuncio de instagram. Sin pensarlo dos veces, me apunté y casi sin darme cuenta me encontré buscando una forma de hacer rentable el algoritmo que estaba desarrollando en mi TFM. Este algoritmo consistía en un análisis de datos que buscaba clasificar moléculas por orden de similaridad, lo que en última instancia podía acelerar la búsqueda de nuevos fármacos.
Trabajé mucho con mi mentora, Rosa Vázquez, para quien mi proyecto se convirtió en una de las prioridades de su apretada agenda. Esto nunca se lo conté, pero en las primeras videollamadas acababa tan desesperada por no saber cómo iba a llevar a cabo todas las cosas que me pedía. Sin embargo, la gran confianza que tenía en mí y lo que se involucró en mi proyecto me ayudó a creer que era posible.
En los escasos tres meses que duró el programa, involucré hasta a los que estaban pasando el confinamiento conmigo. Mi padre es profesor de economía y empresa y mi hermana pequeña estudia nada menos que un doble grado en ADE y Publicidad y más de una vez se desesperaron conmigo porque no era capaz ni de entender los conceptos más básicos del mundo empresarial. Cosas de ser ingeniera biomédica.
Gracias a las instrucciones de mi mentora conseguí desarrollar un plan de negocio bastante extenso. Conocerla me ayudó a entender que no es suficiente con tener una buena idea, casi vale más tener un buen plan para ejecutarla. Trabajar junto a Rosa me enseñó el valor de la perseverancia y el trabajo bien hecho.
Pronto llegó el Pitch Day, el día en el que las otras participantes del Shadowing y yo íbamos a presentar nuestros proyectos al jurado. Había mucho nivel. Estaba planteado como una competición, y me encantaría deciros que la gané, pero a veces las victorias llegan disfrazadas de derrotas. Mi premio fue la llamada de mi mentora cuando todo terminó. Dejaré la conversación entre ella y yo, pero os aseguro que ni todos los trofeos del mundo pueden igualarlo.
Un año más tarde me encuentro trabajando en el recién creado equipo de innovación de IQVIA. Si alguna vez hubiese imaginado mi trabajo ideal, sería como este: poner al servicio de mis compañeros mis capacidades técnicas, de la mano de mi creatividad, para resolver problemas del sector sanitario. Pero eso no es todo, ya que previamente he podido analizar datos oncológicos también en mi empresa y trabajar en una de las consultoras más prestigiosas del mundo.
En mis ratos libres, entre otros proyectos, sigo poniendo a punto el código del algoritmo clasificador de moléculas. Quizás algún día llegue el momento de poner en marcha el plan que desarrollamos, o quizás no. Lo importante es que gracias a esta experiencia aprendí que mis límites están más lejos de lo que pensaba.